Libertad de expresión y ofensa en la comedia. Delito

Si a día de hoy, alguien me preguntara por alguna conclusión que he sacado en los pocos meses que se me imparte la clase de Tendencias Literarias; sin duda una de las conclusiones personales sacadas a partir de la teoría impartida en dicha asignatura sería el poder de la palabra. He aprendido como con tus palabras o simplemente tus opiniones puedes tener un gran poder, impacto o influencia. Con esta cuestión que voy a desarrollar durante toda la entrada, quiero dejar claro el poder inmenso de la palabra y sus resultados. También me gustaría dar mi opinión sobre aquellas leyes que regulan hipotéticos delitos relacionados con el uso "incorrecto" de la palabra. ¡Puede ser delito decir según que cosas? No es un tema menor y todo esto lo desarrollaremos en esta entrada.

Es impresionante y me parece un acto reseñable, la importancia y el poder de la palabra. Es increíble como algo tan sencillo y aparentemente inofensivo, puede ser un elemento tan polémico y una "arma" muy poderosa. Con la palabra podemos persuadir y convencer lo más grande. Muchos de los hitos más increíbles e históricos han sido posibles gracias a la retórica y la dialéctica (persuasión aplicada al lenguaje), ya descrita por el propio Aristóteles e impartidas en la Antigua Grecia.

Ya sabemos que la palabra es un arma muy poderosa, pero esto es algo ambiguo; estoy convencido de que cualquiera que lea esta entrada no le da la magnitud ni la importancia real a la palabra y su acción devastadora. Por tanto, vamos a relacionar casos reales, muy importantes y controvertidos. Así es caos reales dónde la palabra y la ley chocan, los describiré y daré mi opinión sobre este tema que levanta tantas ampollas en la sociedad. La polarización es brutal.

El primer ejemplo ha pasado en España hace muy poco, y todavía se pueden ver carteles convocando manifestaciones ante una situación judicial que ha resultado muy controvertida. Habrá que explicar que ha ocurrido. El protagonista es el rapero Pablo Hassel de ideología comunista. En sus canciones la policía descubre entre otras "maravillas" palabras de apoyo y admiración de las bandas terroristas ETA y GRAPO, amenazas de muerte verbales y directas a miembros de amenaza real o desear la muerte de varios miembros del PP (espectro político conservador). En 2014 fue condenado a 2 años de prisión por enaltecimiento al terrorismo. En sus canciones ensalzaba a GRAPO, Facción del Ejército Rojo o Terra Lliure e incluso pedía su regreso al tablero mediático y social. Estuvo varios meses en prisión y mucha gente apoyo su ingreso en prisión y mucha otra recogió firmas para su excarcelación.

El otro ejemplo que me gustaría decir es la existencia en el código civil de las leyes constitutivas de delito como son el enaltecimiento de terrorismo y las injurias o calumnias a la corona y otros representantes del estado. Estas leyes se aplicaron (sobre todo la primera) para la ilegalización del tribunal constitucional del partido de ideología independentista izquierdista abertzale vasca: Herri Batasuna. El partido liderado por el ex-etarra Arnaldo Otegui fue ilegalizado en 2003 aplicándose la Ley de Partidos. El tribunal argumento el constante posicionamiento y defensa de la banda terrorista ETA, llegando a catalogar al partido político como un instrumento de la banda terrorista. Otro ejemplo de la palabra como constitutivo de delito e ilegalización política.

Llegado a este punto de exposición de estos dos ejemplos claros y evidentes, debemos dar nuestro punto de vista. Mis convenciones morales jugarán un papel muy importante en reflejar mi opinión políticamente incorrecta. El tema es la extrema libertad en las palabras. Es una utopía, no existe y no se debería permitir. Hay una libertad para decir lo que sea, siempre y cuando tu libertad no choque ni perjudique a la de los demás. Hay cosas que no se deben ni se pueden decir bajo ninguna de las circunstancias. No se puede decir cosas que evoquen a la violencia, al odio al distinto o cosas que provoquen odio a grupos sociales minoritarios o desfavorecidos (el subalterno). Y si encima si se dice todo eso en la esfera pública y no en la privada por su puesto debe de ser constitutivo de delito. Por ejemplo, yo no puedo decir y negar el Holocausto judío catalogándolo de invención y alabando a los líderes nazis. Estoy negando algo objetivo y alabando a unos señores que han cometido crímenes contra la humanidad, de ninguna de las maneras debería quedar impune.

En resumen, el delito relacionado con la palabra es una cuestión tan delicada que necesita de una reflexión y de un cuidado judicial muy minucioso. No es moco de pavo, pero el límite de las palabras existe. Y debe de estar muy bien delimitado. Sobre todo por la memoria y el honor.



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