Concepto de obscenidad

 En esta entrada vamos a hablar de un tema recurrente en la literatura: la obscenidad. No obstante, hay que indicar que no es un tema recurrente desde siempre. En la literatura clásica la obscenidad nunca fue tratada desde ningún punto de vista. Los poemas podían tener tintes amorosos o pasionales pero nunca se pasaban los límites de lo que supone la obscenidad. Se trataba de un tema que requería ser tomado y considerado con una cierta perspectiva. Como una especie de tema tabú, como lo fue durante el franquismo el sexo e el ambiente familiar. Afortunadamente pera algunos, esa tendencia se cambió por completo en el último siglo.

Primero pasaremos a definir el concepto de obscenidad en un sentido amplio. La obscenidad podemos decir que se refiere a cualquier hecho grosero referente a alguna cuestión sexual que ofende o escandaliza a una persona. Según la RAE, el concepto de obscenidad lo relaciona con la grosería, ya que son sinónimos muy similares. La grosería podría ser una actitud sin respeto, educación o cortesía. Por tanto, podemos llegar a inferir a partir de dicha definición que la obscenidad puede ser concebida como mala educación (y efectivamente mayoritariamente es concebida como falta de educación). La obscenidad es una especie de sobreexposición en temas que la sociedad en general, la opinión pública dominante considera como innecesario. Incluso se puede tildar como provocación.



En el mundo literario actual, la obscenidad es una arma muy recurrente. Es una vía de enlace para transmitir nuevas emociones y sentimientos aunque para algunas personas sientan rechazo, vergüenza ajena o todas esas cosas negativas. En mi opinión, la obscenidad es muy positiva en la literatura y la respuesta de nuestra sociedad actual muestra como de reaccionarios somos. Ahí la obscenidad cobra más importancia. Como sociedad tendríamos que pararnos a pensar porque ante sentimientos o cosas normales que son obscenas pero normales en nuestro día a día sentimos asco, vergüenza o inquietud preocupante. Debemos intentar naturalizar todo esto porque lo obsceno es solo una percepción de la audiencia. El propósito de todo lector que recurre a la obscenidad es una provocación. La literatura debe despertar algo en nosotros, cualquier sentimiento es válido pero algo. El problema es cuando nos enfrentamos a una obra literaria, la leemos y no despierta nada en nosotros; nos quedamos igual que estábamos. En esta situación, la literatura no cumple su función principal y el propósito de su creación artística. La obscenidad provoca al lector, le puede hacer ofenderse y despierta algo. Un sentimiento muy común en la literatura es la ofensa y la provocación, se quiere hacer "despertar" al lector y que reaccione a la obra. Es como una especie de experimento social.

Creo que ahora se entiende mejor lo que supone la obscenidad y lo que requiere. No dejar indiferente a nadie. Es cierto que mucha gente todavía choca con todo esto y rehúye a leer obras que la contengan. En este caso deberíamos aprender de los sectores más jóvenes de la sociedad más abiertos a las nuevas tendencias y a ese mundo de obscenidad, al final han mamado de él desde la televisión a alas redes sociales. Por el bien que he expuesto, espero que esa obscenidad vaya penetrando poco a poco a todos los sectores sociales y que siga provocando la literatura como arte, así asegurará su existencia.


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