El problema del subalterno

 En esta entrada, me gustaría centrarme en uno de los problemas referentes a la relación difícil y problemática del documento y ficción. Esta entrada no trata de hablar sobe el documento y la ficción, sino en tratar de explicar uno de los problemas de dicha relación: el subalterno.

Para empezar y como siempre hago en este blog. Para poner ejemplos y explicar la problemática habrá que definir y delimitar muy bien el concepto del subalterno. El subalterno es un término usado por el mundo de las ciencias sociales a sectores marginalizados y a las clases inferiores de la sociedad. Este sentido de la palabra fue propuesto por Antonio Gramsci. Entonces el problema del subalterno consistirá en dar voz a esos sectores desfavorecidos. El subalterno en la literatura puede pertenecer a muchos grupos sociales que históricamente se encuentran en una posición de inferioridad en esta sociedad jerarquizada. No tienen una relación de igual a igual con el resto de la sociedad desde su posición como grupo social. Por tanto; el subalterno puede ser las mujeres, inmigrantes, vagabundos, ancianos o discapacitados,... La lista es eterna, porque desgraciadamente en esta sociedad la desigualdad ha estado latente de una forma u otra. 


Una vez explicado el concepto trataremos de plantear a la problemática que el subalterno se enfrenta. Es una duda con tintes existenciales recurrentes la posibilidad de dar voz a ese subalterno en la literatura. ¿Es posible dar voz a esto? La literatura tendría que actuar como instrumento de denuncia social, protestar con una situación de desigualdad en la sociedad. Puede ser una herramienta muy efectiva para dar a conocer el problema y poder solucionarlo. Todo lo que sea la difusión de estas situaciones son positivas. El subalterno al estar en una posición de desventaja social no tiene voz para que su discurso o mensaje cale socialmente. Entonces el autor literario puede favorecer y ayudar al subalterno a su acción difusora. Puede ser idílico; el subalterno ve como su discurso es difundido generando una obra de gran valor literario. El autor sigue con la creación de arte literario y encima entra de lleno en una causa social muy importante. Gana prestigio y realiza una buena acción a la sociedad. En principio todos salen ganado y no se ve problema por ningún lado.

No obstante, el problema es existente y es con una complejidad psicológica evidente. En mi opinión, dar voz al subalterno no es tan fácil como parece. Es muy fácil que el discurso se desvirtué con la "transcripción" del escritor. El autor no será un mero "traductor" del mensaje para plasmarlo en la obra. Tratará de dar su toque personal del relato y corre el riesgo de modificarlo. El discurso del subalterno puede mutar y convertirse en un punto de vista de un problema social actual. Incluso puede llegar a perder la fuerza que el discurso inicialmente tenía. En este tipo de obras cuánto menos se vea la acción del autor mejor. El discurso tiene que estar claro, el autor es un mero altavoz del subalterno. El autor debe de conseguir ficticiamente que el libro sea la voz del subalterno. Ahí está la clave dl asunto. Como vemos la complejidad del mismo es evidente.

Un ejemplo claro de todo esto puede ser la obra de Arrugas de Paco Roca. En dicha obra se habla de la situación de los ancianos en las residencias, el subalterno de los ancianos es uno muy frecuente. La exageración y la sátira de la situación puede llegar a hacer al lector perder la importancia del discurso y su falta de libertad. El lector se quedará con lo anecdótico y con lo cómico de la obra. Perdiendo importancia el fondo de discurso. En mi opinión es una pena porque la obra podría ser buena para darnos cuenta de lo que de verdad piensan muchos ancianos. Su falta de libertad y su estrés constante.
El problema es evidente y muy serio a la hora de tratar. 


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